En la India los biólogos tienen una forma muy inteligente de capturar a los monos cuando hay que ponerles un chip o tomar una muestra.
Hacen en un coco un agujero lo suficientemente grande como para que el mono puede meter su mano pero no tanto como para que pueda sacar el puño.
Finalmente dejan un plátano en el interior de coco y se esconden.
Cuando el mono baja del árbol, introduce su mano en el coco y toma el plátano pero no lo puede sacar.
Al ver acercarse a los humanos, lo único que el mono tiene que hacer para huir es soltar el plátano y sacar la mano pero no parece muy dispuesto hacerlo.
Algo parecido pese a toda nuestra inteligencia nos sucede a nosotros. Cuantas veces nos apegamos a algo incluso sabiendo que no es bueno para nosotros. Cuántas veces nos quedamos atrapados en los mismos pensamientos dándoles vueltas y vueltas sintiéndonos cada vez peor.
Aprender a soltar no es nada fácil, pero como cualquier otra actitud de mindfulness se puede practicar y cultivar.
Te propongo un sencillo ejercicio. Haz una pausa y concéntrate en tu respiración. Sin hacer nada en especial, simplemente sintiendo su movimiento natural en tu pecho o abdomen. Hacia dentro. Hacia fuera. Es normal que a poco tiempo tu mente se distraiga y se quede enganchada en algún pensamiento. Cuando te das cuenta de ello practica soltar y con mucha paciencia y amabilidad regresa a tu respiración. Y así una y otra vez, soltando, dejando ir.
Intenta llevar también esta actitud a tu día día. Dándote cuenta cada vez que te quedes atrapado en alguna preocupación y aprendiendo a soltar utilizando tu respiración como un ancla.
Te invito leer sobre la impresionante ceremonia que realizan los monjes tibetanos una vez al año para recordarles la importancia de soltar.