Es fácil querer las partes buenas de nosotros mismos,
pero el verdadero amor propio es aceptar las partes difíciles que viven dentro de todos.
Rupi Kaur
Te invito observar cuántas veces te resistes, te niegas a ver las cosas tal y como son, cuántas veces no te aceptas a ti mismo. No aceptas ésta tristeza, ésta ansiedad, éstos recuerdos, éste dolor. No aceptas éstas partes tuyas que no te gustan.
Y dime si de verdad ésta resistencia te hace sentir mejor o empeora aún más las cosas.
Dice un proverbio zen :
“El limite de lo que podemos aceptar en nosotros mismos es el limite de nuestra libertad.”
Hoy te propongo cultivar actitud de aceptación radical.
Abrir tu corazón y permitir que todos los fantasmas entren. Darles cobijo porque quizás es lo único que necesitan, que alguien los acoja y los abrace.
Tal vez dándote cuenta de lo que eres es mucho más. Que ellos tan solo son huéspedes que vienen a descansar en el hogar de la presencia y lo que de verdad eres es el espacio amplio, inmenso e infinito dónde todas las cosas pueden estar integradas.
Hasta que no dejemos
de rechazar o huir
de nuestra sombra
y aprendamos
a sacarla a la luz
de nuestra consciencia
aceptándola
cómo un huésped más
que ha venido
no para hacernos daño
sino porque
no tiene otro lugar
a dónde ir
admitiéndola
en el hogar de la presencia
y abrazándola
con nuestro corazón
amable y compasivo
sólo así
terminando su viaje,
“experimentará
una muerte hermosa
en nuestros brazos,
disolviéndose
en la luz de nuestra consciencia
plena y amorosa”.
Te invito practicar esta meditación para cultivar la autoaceptación radical.