““Existen dos formas de ver la vida:
una es creer que no existen los milagros,
la otra es creer que todo es un milagro”.
Albert Einstein
Lo que me encanta de los peques es su capacidad de ASOMBRO.
Y precisamente mindfulness nos enseña también asombrarnos.
El asombro es nuestra capacidad innata de tener curiosidad y facilidad para sorprendernos.
Acercándonos a todo como si fuese por primera vez (aunque no lo fuera), sin juicios ni conceptos preestablecidos, con interés y amabilidad.
Y así, cada instante de nuestras vidas se presenta como algo único, irrepetible.
Y nos damos cuenta de toda la magia que hay a nuestro alrededor.
El asombro aleja la atención de nuestro limitado sentido del yo y nos abre a la sensación de que formamos parte de algo mucho mayor. Y, consecuentemente, nos lleva a una actitud de profunda humildad y agradecimiento.
Los niños se asombran porque no dan el mundo, por supuesto, sino que lo ven como un regalo.
Para cultivar el asombro, al igual que los niños descubren el mundo por primera vez a través de sus cinco sentidos, te propongo hacer ésta practica para despertar tus propios sentidos. Es una práctica muy sencilla para llevarla también a nuestra vida cotidiana, aprovechando paseos al aire libre y asombrándonos ante la belleza de la naturaleza.
Mira a ver si también puedes mirar a otras personas con curiosidad y amabilidad, soltando juicios y estereotipos y dejándote sorprenderte.
Y una cosa más. Mañana al despertarte, pregúntate,
¿Qué cosa mágica sucederá hoy?
y ábrete a recibir toda la magia que hay a tu alrededor.
Namaste,
Ksenia