La roca y el perdón

Cuentan que un día Buda estaba sentado en la ladera de una montaña, meditando y contemplando en serenidad el paisaje cuando un primo suyo, Devadatta, que le envidiaba, subió hasta lo más alto de la montaña y lanzó desde allí una enorme roca con la intención de matarle. Sin embargo, Devadatta erró en su intento, y la pesada roca aterrizó con estrépito junto a Buda, interrumpiendo su meditación, pero sin hacerle daño.

Instantes después, el maestro siguió como si nada, sereno y mirando al horizonte. 

Días después, Buda se encontró con su primo. Este, avergonzado, le preguntó:

– Maestro, ¿no estás enfadado?

– No, claro que no- contestó él.

– ¿Por qué no lo estás? ¡Intenté matarte!

– Porque ni tú eres ya el mismo que arrojó la roca ni yo soy el mismo que estaba allí sentado.

Moraleja: «Para el que sabe ver, todo es transitorio; para el que sabe amar, todo es perdonable”.

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