Buda se encontraba transmitiendo sus enseñanzas a un grupo de discípulos cuando, de pronto, un hombre se le acercó e insultó, incluso parecía tener intención de agredirle.
Ante la expectación de todos los que allí estaban presentes, Buda reaccionó con absoluta tranquilidad e indiferencia, quedándose quieto y en silencio.
Cuando el hombre se marchó, uno de los discípulos, indignado por tal comportamiento, le preguntó el motivo por el que había dejado que el hombre desconocido le maltratara de ese modo.
Buda respondió con serenidad: “si yo te regalo un caballo, pero no lo aceptas, ¿de quién es el caballo?”. El alumno, tras dudar un instante, respondió: “si no lo aceptase, seguiría siendo tuyo”.
Tras esa respuesta, Buda explicó que, aunque algunas personas decidieran gastar su tiempo regalándonos insultos, nosotros podríamos elegir si aceptarlos o no, como haríamos con cualquier otro regalo.
“Si lo coges, lo aceptas. Si no, el que te insulta se queda con el insulto en sus manos”.