Hace poco estuve en un retiro de fin de semana invitada por Miriam Garcia de El bosque yoga y una de las actividades que impartí allí fue los “Baños del bosque”.
No, no se trataba de ducharse en el bosque o bailar desnudo alrededor de la fogata ni tan siquiera abrazar los árboles (aunque esto último a mi particularmente me encanta).
Esta práctica nos vino de Japón, allí se llama Shinrin Yoku y su significado literal es ‘absorber la atmósfera del bosque’.
Se trata de hacer un paseo meditativo por el bosque (aunque también es válido cualquier espacio de la naturaleza, cómo playa, campo e incluso parque) de esta forma:
– haciéndolo sin prisa
– en silencio
– con la mente del niño, asombrándose y viendo la belleza en las cosas más sencillas.
Y lo más importante, recordando que no hay forma correcta de comunicar con el bosque. Cada uno descubre la suya.
Cuando nos reunimos después a compartir lo que cada uno sintió, salían las palabras, cómo “paz”, “calma”, “vida”.
Y aunque el espacio por el que caminabamos era el mismo para todos, estoy segura que cada uno se encontró con “su propio bosque”.
Detente.
Los árboles frente a ti y los arbustos a tu lado
no están perdidos.
El lugar donde estás se llama Aquí.
Y debes tratarlo como a un poderoso desconocido,
debes pedir permiso para conocerlo y ser conocido.
El bosque respira.
Escucha. Te responde,
he creado este lugar a tu alrededor,
si te vas, puedes regresar diciendo Aquí.
No hay dos árboles iguales para el cuervo.
No hay dos ramas iguales para el gorrión.
Si el valor de un árbol o un arbusto se pierde en ti,
sin duda estás perdido.
Detente.
El bosque sabe
dónde estás.
Déjale que te encuentre.
David Russel Wagoner